domingo, 28 de febrero de 2010

Madurar o crecer II

El mundo tiene muchísimas cosas buenas, pero en el polo opuesto encontramos las cosas más viles, denigrantes, detestables e indignantes; todas estas cosas son las que una persona va conociendo a medida que tenga uso de razón. A su vez, y casi paralelamente, uno va conociéndose a si mismo. Llegada una edad, la diferencia de crecer y madurar, está también en dedicar su vida en inclinar la balanza en conocer lo que uno tiene para dar (lo bueno maximizarlo, lo malo, cambiarlo); o también poder dedicarse a lo que suceda en el mundo y detenerse en aquellas cosas que a uno lo afectan, pero que lamentablemente no se pueden cambiar (las guerras, los problemas económicos del país, la pobreza, las traiciones, los engaños de terceros, etc.). Cuando uno parte de su propio ser, y se dedica a hacer, mas que a pensar; se hace cargo de uno mismo y a raíz de esto, le deja al mundo una parte de sí mismo, actuando positivamente para la sociedad, esta es la manera de crecer; por otra parte, cuando uno vive afectándose de lo que pase externamente, de lo que hagan o hicieron los terceros y sin poder hacer nada para revertir la situación, sigue en este camino buscando la adaptación a todas estas malicias, estamos hablando de un ser que madura.

Que ambas sean diferentes, no quiere decir que una modalidad sea la buena y que otra sea la mala; personalmente, creo que cuando una persona conoce mas al mundo, logra una dependencia inconsciente y esto lleva a la infelicidad, mas allá de que el éxito de la adaptación y de los fines impuestos, nos haga creer que podemos morirnos en paz, ya que conseguimos un logro importante. Este logro que es el definido por la sociedad, es una farsa, que hace creer al ser humano que llegó a su punto óptimo, cuando en realidad, cumplió una función para que el gran monstruo pueda seguir andando. A estas personas que cumplen estas normas de vida, se las llaman personas maduras.
Del otro lado, se encuentran las personas que sabiendo que el mundo se convirtió en una porquería, y sentándose a pensar en lo que pasó y lo que pasará no se cambiará nada; deciden sumar personalmente, modificando formas de relacionarse, de vivir, de comunicar y buscan dejar algo propio y sano, para que haya una gota de agua pura en un mar completamente contaminado. Estas son las personas que deciden crecer, contra la corriente, pero crecer, y que aunque sepan que quizás el mar ya esté podrido y con una gota de agua, no se pueda lograr la purificación, lo hacen por el hecho de que esta en la conciencia de cada uno, lograr mejorar el “todos” y para mejorar el todo, hay que empezar por uno mismo.

Ahora me pregunto: ¿Por qué hay personas que no crecen ni maduran?
Creo que la razón mas importante por la que una persona no crece ni madura, es el miedo; cuando una persona no puede crecer, es porque tiene miedo a conocerse, a verse en una situación distinta a la que está hoy, en un futuro, a los cambios que pueda hacerse a si misma, etc.; y cuando no puede madurar, es porque le tiene miedo al exterior, a la gente, a la naturaleza, a lo que pasa fuera de su casa, y de su propia cabeza; que es quien termina paralizando a esta persona, llevándola a la depresión.

Si antes preguntábamos que era mejor, si madurar o crecer; la respuesta está en este párrafo, lo mejor es no caer en la depresión, seguir adelante, evitar los miedos, y elegir cualquiera de los dos caminos, pero sin quedarse varado en un costado sin saber que hacer. Porque a la larga decidiendo por propia voluntad o por lo que pueda llegar a pasar teniendo en cuenta a 3eros o el exterior; se llega al final del camino (aunque ambos sean distintos finales) y no se abandona en el medio del juego.
¿Cual es el peligro de no decidir? La depresión es no aceptar la maduración y no tener fuerzas para crecer y muchas veces, lamentablemente en casos extremos, la perdida de fuerza de voluntad y decisión, lleva al suicidio, que es la única decisión que se toma sin razón, ni voluntad, ni sentimiento por nada.

Por eso, siempre es importante decidir, seguir adelante y para eso están éstos dos caminos, crecer o madurar; pero nunca abandonar.

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