domingo, 8 de abril de 2012

Cada cual atienda su juego (Parte I)

Cada cual atienda su juego

Los juegos de niño, por mas infantiles que parezcan, siempre tenían una enseñanza; que podíamos aprender o no. El viejo y conocido “Antón Pirulero”, en el cual cada persona debía ocuparse de su “función”, reza en su canción “cada cual, atienda su juego y el que no una prenda tendrá”; esta frase nos servirá de premisa, para explicar un problema importante de los seres humanos, en las relaciones entre sí.


Existen personas que en el mundo cumplirían el papel del “Antón pirulero”, quien imitaba la función de otro, y por una imposición de prenda, éste se veía en una situación que le impedía seguir su función.

Quizás tenga muy poco que ver este juego con lo que quiero explicar, pero gráficamente, propone una analogía muy didáctica.

Volviendo de lleno a la situación que pretendo explicar, este individuo, se dedica a inmiscuirse en la vida de las personas que pretender vivir su propia vida. Ejemplos de este espécimen, hay miles, pero procederemos a individualizar algunos.


1- Emulación


Para empezar, vamos a elegir el caso del “espejo impropio” el ser que pretende copiar idénticamente lo que hace cierta persona; por lo que nos preguntamos: ¿Cuál es el fin para hacer la misma vida que hace otra persona? Estas personas suelen sufrir de complejos psicológicos, que las reducen a realizar conductas que no los coloquen en una posición inferior a la de la persona que tienen “enfrente de su mirada”. Estas personas, no son capaces de innovar por “motu propria” y actúan de esta manera debido a un complejo de inferioridad. Es así que existen personas que esperan que uno compre tal producto, para comprar el mismo; realizan fiestas, cuando uno ha realizado una propia; efectúan los mismos cambios rotundos que uno realiza y ponen en una situación de desconcierto al precursor de las conductas.


¿Cuál es una de las causas de este “trastorno”? La falta de personalidad puede ser en gran parte, la causal que se aplica a la mayoría de las personas que tienen éstas conductas. La carencia de convicción de los propios actos, recae generalmente en la búsqueda de un ejemplo a seguir, y ver que pasos siguió otro, para realizar determinado camino; o en el peor de los casos, sin detenerse a pensar en el fin que tiene dicho camino, adoptarlo de igual forma, ya que a otro le funcionó.


La capacidad de decisión de las personas es un aspecto que necesita de la voluntad más el amor propio del individuo, teniendo como fin, la seguridad de que los actos a realizar, mas allá del resultado, serán “buenos” en sí. Están las personas que prefieren buscar resultados garantizados, por eso imitan las conductas de un exitoso; también están los que no saben que hacer de su vida, y miran en la “vereda de enfrente” para ver que sentido pueden darle a su vida, haciendo lo mismo, o copiando determinadas conductas, aunque no sean para nada propias. Todo estos casos, se podrían ilustrar como a una persona que hace un cambio de “cabeza” por la de la persona a la que desean emular; sería tener un cuerpo y una voluntad a disposición de la forma de ser y pensar de otro.


Un claro ejemplo de creador de estos individuos, es el dado por la televisión; quien muestra día a día, a personas cuyo “éxito”, se da generalmente por banalidades; por lo que mucha gente, al ver el reconocimiento de dichas personas, por su “tarea”; toman como ejemplo sus conductas, adoptando formas, costumbres y vicios de seres que la mayoría de las veces, tienen poco de interesante y otras veces, lograrían un efecto degradante en la asimilación de sus actos; teniendo en cuenta que la imagen que muestra la televisión, no tiene mucho que ver con la realidad, por lo que en algunos casos, se generarían monstruos, libres de su jaula, la caja boba.


Otro ejemplo puede ser, el de las personas que por miedo a lo no conocido, no tiene la iniciativa de realizar actos propios, por temor a equivocarse; de ésta manera, muchos de estos individuos, optan por “aplicar lo aplicado” sin grandes riesgos de error, pero con el gran riesgo de perderse a sí mismos.


Redondeando, este sería el caso, del que no sabe como vivir su vida, y busca un espejo en otro, para empezar a fabricar una imagen desde una base impropia; el cual provoca desconcierto, pero es inofensivo al fin.

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