
3- Competencia
El tercero de los casos es el del “competidor nato”, quien posee la necesidad de entrar en puja directa con las personas que tengan enfrente de sus narices. ¿Motivos? Ninguno en especial, solo una cuestión de no querer encontrarse en una situación inferior, mas la enfermiza necesidad de ser mas que los demás.
En este caso, la intención no es indirecta, tampoco podemos notar que el fin sea causal de la maldad intrínseca de la persona; pero he aquí, la presencia de un vicio importante del ser humano; la soberbia, alimentada por el egoísmo que todos tenemos, pero que cada uno desarrolla de distinta manera y en diferente magnitud.
En éste caso, la persona viciada por este pecado capital, genera constantemente una competencia con otras personas, por el solo hecho de demostrar su vanidad. En muchos de los casos, la otra parte, no tiene conciencia de que está participando de una competencia en donde del otro lado, tiene a un rival que lo único que quiere de su vida, es demostrar que es mejor que todo lo que se le ponga en su camino; algunos se dan cuenta cuando reciben algún agravio, a raíz de dicha puja y otros ni siquiera se dan cuenta, ya que al no afectarles, nunca supieron de la existencia de dicha disputa.
El peor de los casos se da, cuando dos de estos especimenes, se cruzan en la vida potenciando el espíritu competitivo, sin límites, logrando hasta llegar a últimas consecuencias; ya que una lucha de soberbios, es como una pequeña bola de nieve que cae desde la cima de la montaña, hasta llegar al suelo en forma de avalancha; los resultados, se los imaginarán.
¿Quién se puede decir que es el mejor?, esa es la cuestión de este punto; pero en realidad, ¿cuál es el sentido de ser el mejor? En las disputas por cuestiones meramente egocéntricas, el ser el mejor, es solo un galardón, para el que no tiene la plena seguridad de ser bueno y necesita el reconocimiento de sus pares y si nos ponemos a pensar que el “ganar” implica que otro pierda, en ciertos aspectos de la vida, perder, puede ser demasiado grave.
La gravedad está dada en que muchas veces la competencia enceguece a las personas, los sentidos se descontrolan y se pierde la conciencia de que enfrente existe una persona, no solo un rival y mas aún si nos ponemos a pensar, que quizás dicha persona, no tiene ninguna intención de competir y solo quiere vivir su vida.
Muchas veces pasa que un individuo que realiza tranquilamente su vida, sin depender de los demás, ni mucho menos interrumpirles su rutina; y la gracia de la vida, le da a esta persona, un éxito basado en la inversión de voluntad propia y un considerable esfuerzo en cada cosa que realice. Esto logra que la persona soberbia, quiera superar los logros que obtiene el sereno ser nombrado anteriormente; por lo tanto, el sentido de la vida de competidor nato, está en lograr alcanzar lo realizado por el otro e ir un paso mas allá de lo logrado por alguien que no sabe que ha entrado en una pugna, por parte de un rival inesperado que lo único que desea, mas allá de lo que realice, es ser mas que él.
Algunos hablan de la sana competencia; éste no es el caso, ¿qué tiene de sano desafiar los logros de otro, por el solo hecho de ser mejor?, nada; esto es una cuestión meramente ambiciosa y sin sentido, ya que no existen premios por superar los objetivos de otro, si estos objetivos nunca estuvieron en mente, y aún así hayan estado en mente, la iniciativa para llegar a lograr lo pretendido, tiene que nacer desde la propia voluntad de la persona y no depender de lo que realice el otro.
De esta manera, personalmente puedo calificar como “el mejor” a quien sin intenciones de inmiscuirse en la vida de los demás, de manera completamente pacífica, logra todos sus objetivos personales, queriendo siempre ser mejor pero considerando que la competencia, no debe ser con otros, sino con uno mismo, corrigiendo día a día, los propios errores; de esta manera, habrá un ganador, y eventuales beneficiados de las moderadas conductas realizadas por un individuo que al no competir con los demás, no deja lugar a que haya perdedores ni perjudicados por un reto innecesario (producto de uno de los vicios del ser humano).
Redondeando, éste es el caso de quien espera que otro tenga éxito en algún punto determinado, para que nazca su voluntad para realizar lo mismo, con el objetivo de superarlo, mas allá de lo que realice. Indirectamente, afecta la vida del “rival”, poniéndolo en una situación incomoda y hasta a veces logrando arruinar la tarea que este realiza o realizó.
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