
4- Envidia
Para ingresar a este punto, debemos potenciar la intencionalidad de causar daño al punto de que este pecado capital lleve a provocar en el individuo, una indirecta dependencia sobre la vida de otras personas.
Tal como decía Napoleón Bonaparte “La envidia es una declaración de inferioridad”, y es así que cuando una persona tiene sentimientos de envidia, el plano demarca que al ver lo que otro consiguió o tiene en su haber, y encontrarse en una incapacidad o falta de voluntad; lo mas fácil y cómodo que tiene el sujeto es atacar al tercero, envidiándole los meritos o sus posesiones.
El filosofo Miguel de Unamuno, representa a la envidia como el “hambre espiritual”, y es que una sensación de vacío puede provocar en la persona ataques de todo tipo; el hambre se sacia con la ingesta de alimento y es provocada por la necesidad de alimentarse; en cambio la envidia, no se termina cuando uno llena el vacío teniendo lo que el otro tiene y en su momento se envidió; ya que la envidia es un hueco en el espíritu, una falta de amor propio y de voluntad para llegar a conseguir lo que uno quiere.
Ahora teniendo en cuenta el doble sentido de la envidia, vemos que en primer lugar, provoca una afectación al envidiado; pero por otra parte el sujeto que envidia se pone en una situación de descontento con lo que posee y lo que vive; por lo tanto el daño es doble; tanto para el que se le envidia su vida como el que envidia, ya que se autodestruye, poniendose en una situación inferior; mirando al mundo desde el piso, siempre de rodillas hacia los demás, aunque sean iguales o peores que ellos o tengan lo mismo o menos que ellos poseen. El tema de importancia es que no es una situación de carencias, sino de valorizar lo que el otro tiene y depreciar lo que se tiene o logró; más allá de lo que se posee o se logró en sí; aquí lo que prevalece es posición de inferioridad en la que el individuo se ubica, convirtiendo todo lo que logre o tenga en cenizas y deseando lo que el otro tiene, al verlo de una manera ultramaximizada por una cuestión solo de amor propio. Es así como funciona la envidia, en su punto más espiritual.
Es así que quien envidia, tiene una enfermedad espiritual que carcome por dentro toda voluntad de crecer y prosperar y logra poner como fin propio, obtener lo mismo que el otro o hacer que el otro lo pierda; pero lo mas grave de todo, es que sumado a las reacciones y situaciones que produzcan los envidiosos, se genera un sentimiento que se aferra a la forma de ser de la persona. Esta es la diferencia con los puntos anteriores; los casos pueden ser similares, las reacciones iguales o parecidas, los daños pueden ser los mismos; pero lo importante en este caso es que se genera en la forma de ser de cada uno, un sentimiento basado en la inferioridad propia, logrando el deseo de lo ajeno, desvaneciendo su identidad a fuego lento.
Notoriamente, a muchas personas, ante la elección de escuchar al otro hablando de sus éxitos o sus fracasos; optarán por la segunda opción y en algunos casos, gozaran oyendo las penas ajenas, por el hecho de no verlos poseedores de una felicidad que ellos no pueden lograr.
Esto demuestra que a ciertas personas, no le importa estar mal, sino que el otro no esté mejor que ellos; ahora, ¿lo que realmente quieren es el mal del otro? En muchos casos, no; lo que estos individuos no quieren es tener enfrente la imagen de lo no conseguido por ellos mismos, de lo no logrado por carencia propia de voluntad. Este complejo, demuestra que las personas envidiosas tienen como pensamiento “si yo no tengo tal cosa, que nadie la tenga” es un doble perjuicio, ya que la falta de voluntad provoca que el individuo no consiga lo que quiere y la envidia, genera indirectamente un rechazo hacia el otro, un deseo dañino, provocado por una insatisfacción propia. Gráficamente sería como el famoso “perro del hortelano” que no come ni deja comer; ya que no gozar por lo que no puede conseguir y desear que el otro no pueda disfrutar lo que tiene, es un falso antídoto contra la falta de carácter, voluntad e identidad de la persona y no debe ser utilizada la envidia como aliciente ya que no solo se perjudicará a un tercero, sino a la personalidad y el espíritu propio.
¿Cuánto se pierde envidiando?
Demasiado, y en varios aspectos; se pierde tiempo, deseando lo ajeno, o que el otro deje de gozar lo que tiene o hace; se pierde fuerza que podría ser utilizada para lograr los objetivos propios, sin detenerse en ver lo que el otro haga o deje de hacer; se pierde identidad, porque al envidiar, uno se coloca en una inconciente sumisión ante los actos y las posesiones del otro; manifestando una dependencia, una inferioridad; destruyendo el amor propio, perdiendo el reflejo del espejo. También al ser reconocido por los demás, el envidioso termina siendo aislado, ya que genera un clima negativo y se ve como un mal ejemplo, ya que no hace nada mas que mirar y pretender lo que hacen los demás.
¿Existe la envidia sana?
Probablemente la envidia sana sea la que queda en un simple pensamiento y al rato desaparece; ya que personalmente creo que mas allá de que alguien envidie, pero no lo demuestre ni realice un acto dañino hacia el envidiado; se termina perjudicando a si mismo, a su ego, al someterse a la suerte o gracia del ajeno.
¿Cuál es el peligro de la envidia?
Saliendo del esquema de la envidia sana; nos encontramos con las personas que expresan su deseo de lo ajeno, y no lo controlan, hiriendo a los demás. La envidia tiende a ser destructiva, nunca se construyeron castillos con la fuerza de la envidia, pero si se destruyeron ciudades sin piedad y sin razón.
El envidioso, pierde la conciencia de que del otro lado existe una persona que tiene sentimientos y enceguecido en el deseo de que el otro no tenga más que él, desconoce las cualidades de la empatía; no le importa el sufrimiento que pueda llegar a ocasionarle, sólo pretende lograr su cometido, evitando quedar en una posición menos gratificante.
La hostilidad es un extremo de la envidia; se podría decir que la envidia es el camino y la meta es la destrucción. Mucha gente ha tenido sensaciones tan extremas, como una suerte de Dr. Jeckill y Mr. Hyde; despertando un abominable monstruo desde lo mas profundo de su ser y provocando situaciones incontrolables, innecesarias y totalmente desafortunadas, hacia terceros, todo alimentado por la envidia.
¿Cuál es el límite de la envidia?
Lamentablemente, la envidia no tiene límites y el daño que puede producir es en muchos casos irreparable, mas allá de que haya casos en que la envidia quede solo en meras palabras, existen ejemplos extremos de envidia, en los cuales las consecuencias son terminales; desde un extremo al otro, hay un abanico de posibilidades interminables, de las cuales ninguna tiene nada bueno para rescatar.
Tal como en la Biblia en el caso de Caín y Abel, en donde el primero llegando a una sensación extrema de envidia hacia su hermano, decidió matarlo; hay muchos ejemplos similares en la vida cotidiana y pensando friamente no encontramos un porque a las reacciones de estas personas que desde el egoísmo de no sentirse en inferioridad se olvida de que hay una persona enfrente que esta padeciendo su envidia y todo lo que ésta acarree, desde un leve daño, hasta la muerte, en el peor de los casos.
¿Por qué razones se envidia?
El que envidia lo hace desde una imposibilidad de crecer, desde una marcada falta de amor propio y desde el miedo rotundo al progreso personal, a afrontar la propia vida, queriendo estar en la posicion del otro, y saltar determinados pasos del proceso hasta llegar al lugar o la situacion en la que el otro se encuentra.
Esto da la pauta que la envidia es una minimizacion de la voluntad al punto de generar un sentimiento hacia otro por una falta personal.
¿El éxito del otro es el verdadero causante de la envidia?
En realidad no, porque lo que causa la envidia es la autosubestimacion y el miedo a pasar por todos los pasajes que tuvo que atravesar el otro en su camino al éxito. Por lo que lo que el otro grafica no es una fuente de envidia directa sino un espejo de vergüenza y dolor, por el cual en ser que envidia no logra encontrar un reflejo semejante al de la persona a la cual envidia.
¿Cuál es el resultado de la envidia?
Generalmente la envidia logra los mismos resultados, y estan encaminados en la autoimposicion de si mismo en un lugar inferior a lo que deberia estar. Para el individuo que envidia, el resultado es la subestimacion y las consecuencias que deriven de los hechos derivados de el sentimiento que engendren. En el otro los resultados son incalculables, porque dependeran del grado de inconsciencia que genere la envidia en el otro y de eso dependera el daño que cause.